domingo, 19 de diciembre de 2010

Las espinas que no se sacaron, permanecen, son duraderas y duelen.

Hoy lo he visto y he empezado a temblar. Las piernas no me respondían y el pulso iba demasiado deprisa.
Han pasado varios minutos en los que he deseado cogerlo y besarle como no lo hice anteriormente.
Ella le ha llamado, y he comenzado a temblar de nuevo. Él ha venido. Yo, he apartado la mirada. Él ha preguntado. Ella, le ha hecho un gesto señalándome. Él ha vuelto a preguntar. Silencio. Él se va.
[Lo tenía tan cerca…podía oler su perfume y con tan solo extender la mano, podía tocarle. Pero solo han sido fruto de mis pensamientos]
Esos han sido los 7 segundos y medio, más terribles de mi vida.  Él ha demostrado, que no soy nada, que no existo. Que todas las palabras anteriores, desaparecen con el tiempo y quedan en el olvido de sus recuerdos, pero no de los míos.
Han pasado esos 7 segundos y medio. He dejado de temblar y el pulso ha bajado. Me he sentado, convenciéndome a mi misma de que no se había marchado… habiéndolo tenido tan cerca. Equivocada como siempre, mis ojos se han inundado de lágrimas viendo como él miraba a lo lejos.
Han pasado las horas y él seguía ahí, en el mismo sitio donde estaba por última vez.
Él de nuevo aparece. De nuevo mis lágrimas caen y se deslizan hasta rodear mi cara como lo hacían habitualmente. Ese hábito vuelve a renacer hasta este momento.
De nuevo pienso, y todos los recuerdos aparecen.
De nuevo todos esos momentos, en los que no hacían falta palabras.
De nuevo él y siempre él.
Estoy enamorada. Lo sé, y también sé que el no poder olvidarle me está matando. Pero sé que él tiene algo. No sé si es la forma en que me mira queriendo decir algo y no poder, o todos los momentos, recuerdos e imágenes que aun no se marcharon con el tiempo pasado.
Lo que tengo claro es que las espinas que no se sacaron, permanecen, son duraderas y duelen.

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