lunes, 7 de enero de 2013

Un collar de perlas, manos que rodean una pierna y golpes en la cadera.

Amanecí desesperada mirando un punto fijo en el techo como de costumbre, observé lo que tenía en frente y me di la vuelta. Fuera ropa ancha, fuera escondite. Nuevamente frente a la realidad desnuda, de nuevo esa imagen detallada y esa luz que me hace sentir frágil cada vez que me encuentro sóla.
Conté hasta treinta con los ojos cerrados y, puntualmente, ahí estaba ella, sincera y bella como siempre. Sus ojos escondían dolor y lágrimas; su alma, guarda palabras y gritos que nadie supo y, en cambio, cada día me sé una historia más; su piel, tiene cortes de desesperación. 
Los días pasan y mi realidad maldita es más frecuente. 
Cada día soy más grande y los fracasos aumentan y, aunque corra, las metas siempre avanzan 15 metros de dónde estaba.
Nuevamente frente a la realidad y aparece ella, con flores en la boca y olor a menta fresca. Libérate de aquello que no te sirve,me recuerda cada vez que retrocedo y, así hago.

                                                 

                                                                                                                   -Impotencia de no poder ser.