miércoles, 5 de agosto de 2015

La cuarta vez.

Evítame las ilusiones, provocadas por tu mirada; Evita que caiga, callándote.
No podía ser y fue, no lo creía y es cierto.
No sé cuántos kilómetros, no sé cuántas lágrimas... Y, de nuevo, miles de preguntas sin respuesta.
Evita el dolor innecesario. Evítalo.

lunes, 18 de mayo de 2015

No me quieras tanto y quiéreme mejor.

Quiero enamorarme una y mil veces de ti.
Cogerte de la mano y sentir tu libertad y sentirme libre.
Besarte tanto que se quede en nada para tener la excusa perfecta de volver a empezar.
Tenerte y latirte.
Siempre, reiteradamente, como un vinilo de rock dando vueltas para que nunca acabe.
Contigo, y tú, conmigo.

domingo, 25 de enero de 2015

La insensatez.





                Hoy es el típico día en el que los besos te saben amargos y las caricias te astillan la piel. El sol sigue teniendo su mismo brillo y la luna sigue sin querer mostrarnos su lado escondido.
La pasión se ha quedado dormida, y la ilusión busca nueva y mejor compañía. 
Hoy el alma pesa, el aire pesa, los pensamientos pesan.
Me he levantado y me he dado cuenta que tenía dos pies izquierdos, así que, como era de esperar me he caído. Qué tontería verdad, como si tener dos pies izquierdos fuera algo común, pues hoy lo es y lo que es peor, me agoniza saber que sólo tengo una mala perspectiva desde aquí arriba y que se arregla cambiando de postura.
Qué irónico y qué estúpidos podemos llegar a ser pensando que todo nos condiciona, todo nos afecta porque hay una conspiración universal en la que el mundo que conocemos se ha puesto en nuestra contra. Cómo nos gusta autocompadecernos, sentarnos a  llorar, fumar y beber y mirar la vida pasar, esperando que ocurra un milagro dejando lo más valioso que tenemos irse, el tiempo, nuestro tiempo, tu tiempo. 
Qué mal acostumbrados estamos a no ver las cosas y si no lo hacemos, enfrentarnos a los monstruos de debajo de la cama y la oscuridad. Qué hipócritas somos al pensar que el cambio está siguiendo, dependiendo, obedeciendo a otros, como si dos palmadas en la espalda fuera a arreglarlo todo, a sabiendas de que todo el cambio que puede hacer alguien está dentro de uno mismo si uno quiere.
Qué tonta soy al saber que todo depende de mí y sigo llorando, bebiendo y fumando esperando un milagro y alguien que me de dos golpecitos en la espalda por no saber caminar hoy con dos pies izquierdos, aún sabiendo que tengo uno derecho y que puedo hacerlo pase lo que pase.